Hoy no les hablaré del famoso baile del Cancán, ese que cada noche -al menos antes de la pandemia- nos enamoraba en el escenario de algún cabaret famoso o exclusivo del mundo. Tampoco haré la lista de los virtuosos que han pasado por esos escenarios -porque para subirse en ellos, sí hay que tener talento de verdad-. La Piaf, por nombrar solamente una, está entre los míticos nombres de una lista interminable de artistas. No, el Lido al que me refiero hoy no está en París, este es mucho más cercano -un poquitín distinto, claro-, dijera más un poco bastante americano con casi todas las letras.
Dónde está, en Harlem (@lido) en la avenida Frederick Douglas esquina con la calle 117; y, si bien no ofrece cuerpos de baile ni espectáculos musicales sobre un escenario, el show principal está presente por otro lado: el espectáculo gastronómico.
Es un precioso espacio de paredes de ladrillo y arañas en el techo con luces tenues que invitan a entrar. A disfrutar de una buena cena, no sólo por la atmósfera, sino por la carta que ofrecen a los comensales. Un menú mediterráneo-italiano, el cual combina perfectamente las pastas, carnes y ensaladas; todo con un toque neoyorquino.
Dentro de las pastas, los linguinis con mariscos son exquisitos y los ñoquis con manteca de trufa son una delicia que se deshacen en la boca. Para los amantes de la combinación: pasta y carne en el mismo plato, los espaguetis con albóndigas de ternera son un clásico que no se pueden perder. Y si prefieres evitar el gluten, tranquilo, también hay opciones sin él en la lista para los apasionados del gluten free.
Pero las pastas no lo son todo, dentro de las carnes el salmón grillado sobre una cama de granos de maíz es sublime. Aunque yo reduciría la cantidad de semillas y alternaría con un segundo vegetal para agregar más sabor. El pollo piccata acompañado con espárragos, viene en un punto exacto de jugosidad, sin olvidar las papas que lo acompañan –que además de su buena temperatura- vienen con un crocante perfecto.
Se suman las infaltables costillas a la brasa, y hasta los mejillones en su salsa. Para cualquier variación de paladar hay un plato. Y si nada de lo recomendado te interesa o eres un amante genuino de las ensaladas: Las hojas de espinaca, remolachas y queso de cabra la ¡Aplaudirás de pie!
Para los más enamorados del dulce, encontrarán postres que van desde el clásico tiramisú, pasando por el brownie con arándanos, hasta la famosa copa rebosante de helado.
Hoy felizmente, con la extensión de las terrazas -en espacio y ahora en el tiempo-, este pintoresco y coqueto lugar cuenta con una gran cantidad de mesas disponibles. Todas muy bonitas decoradas, para que disfrutes de las delicias que salen de su cocina.
Eso sí, mi recomendación: como es un espacio que ha sido siempre -y sigue siendo- muy popular, supongo que es por el balance entre la calidad y los precios, es mi deber aconsejar que siempre hagan una reservación antes de visitarlo. Especialmente los fines de semana, por ejemplo, ya que es el espacio obligatorio para el brunch después de los servicios de misa góspel; que por cierto el barrio hay varios. Por lo que conseguir una mesa disponible podría convertirse en toda una aventura.
Si consigues en Harlem este lugar tan especial –@lido-, no lo dudes, porque también es ideal para disfrutar de un delicioso coctel. Allí son expertos en margaritas o la exquisita copa que mezcla prosecco, vodka y néctar de peras. Siempre está todo perfectamente calculado para enamorar al visitante y brindarles una estupenda comida en pleno corazón de Manhattan.