Il Gato Pardo

Il Gattopardo en Midtown es la emblemática experiencia del lujo neoyorquino

Cuando la elegancia e historia de un lugar hacen parte de una cena, la ganancia es por partida doble. Lugares con historia convertidos en restaurantes abundan en la Gran Manzana.
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Ubicado sobre la calle 54 casi esquina con la 5 Avenida, en la zona considerada la Millionaire’s Row por ser el símbolo de la aristocracia neoyorquina de principios del siglo XX, se encuentra este elegante edificio de estilo renacentista, que fue diseñado por el mismo arquitecto que levantó el emblemático Dakota y el Plaza Hotel. 

Se trata de la legendaria Rockefeller Townhouse, que después de ser la residencia de dicha familia por años, pasó por una extensa renovación y alberga hoy uno de los más exclusivos restaurantes de la ciudad.

 Nos referimos al elegante Il Gattopardo. Un encantador espacio que abrió las puertas en el 2001 y que ofrece un exquisito y exclusivo servicio para un máximo de 120 comensales. El Gatopardo está ubicado en Midtown, frente al Museo de Arte Moderno (MoMa).

El interior del restaurante cuenta con grandes salones con mesas perfectamente vestidas con largos manteles y una zona exterior, donde distribuyen las mesas entre la terraza delineada en la calle y algunas en las escaleras de entradas al edificio, creando las condiciones para una perfecta cena a la luz de las velas. 

Ya adentrados en lo gastronómico, el menú es variado y por ser italiano, sus pastas son el platillo estelar del lugar.

Dentro de las entradas, hay desde variedad de ensaladas o el clásico pulpo, hasta mozzarella a la pizzaiola. Un plato realmente exquisito preparado con una generosa porción de queso mozzarella ahumado y dorado al horno, haciéndolo crocante por fuera y jugoso por dentro. El acompañamiento de tomate y albahaca le dan un toque maravilloso. 

En los platos fuertes se pueden encontrar desde risottos, pasando por milanesas de ternera hasta couscous. Sin embargo, todas las estrellas van para la especialidad: sus pastas. Y específicamente a dos opciones de ravioles: una con langosta y otra con ternera. Su punto de cocción, el sabor del relleno y la salsa, hicieron de estos dos platos, lo mejor de la cena.

Quizá un punto objetable sería la frugalidad de las porciones, pues bien podían haberse incluido algunos ravioles más el plato. Mas es entendible que en lugares donde la comida está casi en un ‘segundo plano’, las porciones sean siempre poco generosas.

 La carta de vinos es casi en su totalidad italiana. Los blancos cuentan con los clásicos chardonnay Pino Grigio; y los tintos, exquisitas reservas de Sangiovese di romana.

Los postres quizás fue la parte que más endeble del menú. No están ninguno de los tradicionales dulces italianos (como la panna cotta o el tiramisú), solo el cannoli o las infaltables tartas de manzanas.

 

Los precios de este lugar son más elevados que el promedio. La media es de $25 dólares por un platillo y aquí pueden subir hasta $60. En especial, aquellos que contienen carne.

Il Gatopardo es de los lugares que se ‘reservan’ para ocasiones especiales. Así que, quienes estén pensando en una noche inolvidable a la luz de las velas, donde el lugar importe y la comida sea excelente: ¡aquí se da la combinación perfecta! 

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