teatro mas viejo de broadway

La magia en el teatro más antiguo de Broadway

El teatro Hudson abre sus puertas para ofrecer visitas guiadas a la sala más antigua de Broadway: un lugar fascinante repleto de leyendas, datos históricos y curiosidades dignas de un espacio con más de 116 años de trayectoria.
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Entrar a un teatro en Broadway es una experiencia extraordinaria, por no decir religiosa. Hay una magia inexplicable en estos sitios que hacen vibrar a cualquiera: es la historia en sus paredes, es la electricidad de su ambiente, son los murmullos, los fantasmas, la emoción por lo que viene. Entre la multitud, los asistentes hacen todo lo posible por grabar cada detalle en su memoria; lo cual es un reto entre cientos de personas tratando de llegar a su asiento antes de que empiece la función. Por eso, al finalizar cada presentación, siempre hay un grupo que espera a que todos salgan para poder disfrutar un momento a solas del monumento que acaba de albergar semejante espectáculo: es algo único, maravilloso. Por eso, cuando se presenta la oportunidad de visitar un teatro vacío –más aún, uno con tanta historia– resulta tan atractivo como ir a ver la obra más magnífica de la temporada. Hay algo mágico en los teatros, un no sé qué, una presencia paranormal que resulta imposible no sentir.

Es así como el Hudson Theatre acaba de abrir sus puertas a visitas guiadas que ofrecen a los asistentes la oportunidad de pasear por el interior de la sala más vieja de Broadway y escuchar historias fascinantes ocurridas durante sus 116 años de vida.

Durante los 90 minutos del recorrido –organizado por la empresa Broadway Up Close– se muestran los distintos rincones del teatro y se regalan historias de leyendas como Barbara Streisand, Louis Armstrong y Elvis Presley, entremezcladas con comentarios de episodios históricos como el hundimiento del Titanic y el incendio del teatro Iroquois de Chicago en 1903. Los visitantes pasean por la platea, los palcos y un bar privado; ven fotografías y escuchan la música original de distintos espectáculos que han encontrado su hogar entre esas paredes.

El Hudson fue construido por el productor teatral Henry Harris, quien falleció en la tragedia del Titanic. Su viuda, René –que fue la última pasajera rescatada del trasatlántico– siguió manejando el teatro por otros 20 años. Una de las obras que montó en 1929, “Hot Chocolate”, lanzó la carrera de Louis Armstrong, quien se robó el show cantando “Ain’t Misbehavin’”.

El Hudson funcionó como teatro, con algunas intermitencias, hasta 1960. Por su escenario pasaron Ethel Barrymore, Douglas Fairbanks, Sidney Lumet, Mae West, Lena Horne y Maureen Stapleton.

A partir del 60 tuvo una existencia difícil y cuatro veces corrió peligro de ser demolido. Pasó por varias manos y fue usado para distintas actividades, incluso como estudio de radio y televisión, como teatro burlesco y para transmitir películas pornográficas.

Re-abrió como teatro en el 2017 con una obra protagonizada por Jake Gyllenhaal, quien dejó una marca permanente: sus notas manuscritas de un tema de Stephen Sondheim, ahora convertidas en un cartel de neón en uno de sus bares.

“Recomiendo a la gente que disfrute esa rara oportunidad de estar en un teatro de Broadway vacío”, dice el guía Tim Dolan poco antes de abrir las puertas que dan al interior de la sala.

En su condición de actor, Dolan puede explicar detalles técnicos desde el movimiento del telón de fondo, hasta las fortunas que pagan los productores para llevar todo lo que necesitan a la sala. Dice que los actores cuentan las veces que el público tose, un indicio de aburrimiento. Y si usted es el tipo de persona que filma el espectáculo con su teléfono, advierte que los actores se dan cuenta cuando hay una lucecita roja delatora y avisan a los acomodadores.

“Lo vemos todo. Fingimos que no, pero vemos todo lo que ustedes hacen”, dice bromeando.

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