Fotografía por Fernando Gazzaniga.
Fotografía por Fernando Gazzaniga.

La mejor cena que podamos tener

Después de un año tan intenso como este, la organización de las fiestas navideñas nos puede llevar a un túnel sin salida. Si te faltan ideas acerca de qué poner en la mesa, hoy haremos un repaso de algunos manjares que ofrece nuestro continente.
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El año se va cerrando y quedan sólo pocas horas para que el reloj marque las 12 de la noche. Se iniciará una nueva vuelta al sol -que esperamos- sea un poco más tranquila de lo que ha sido esta que pronto se termina. Un año en el cual todo se vio trastocado: desde su primer trimestre, hasta finalizar con la llegada de las fiestas de navidades y fin de año. Todo su recorrido ha sido ¡Un gran nivel de estrés!

Nuevos protocolos sanitarios que ahora debemos cumplir -aunque algunas personas lo hagan-; un proceso difícil para gestionar los reencuentros familiares. Y en familias como la mía o como la de muchos de ustedes, lo más importante sigue siendo el menú a degustar.

En mis años de viajes y trabajos en diferentes países latinoamericanos, he visto cómo las emociones de esos encuentros familiares, pueden ser potenciadas aún más, por todo “eso” que sucede alrededor de la comida. Posiblemente porque en su mayoría, vinimos de antepasados europeos que buscaron en las américas eso que Europa no ofrecía en tiempos de postguerra; y, que han tenido en la comida –esa ceremonia alrededor de la mesa- los grandes acontecimientos familiares.

El menú es siempre el centro de la reunión, y como tal, en todos los países se le dedica tiempo, trabajo, dinero… Y como decían en mi familia: “¡mucho amor!”. Es curioso ver como en casi toda Latinoamérica, las cenas tienen por lo general un denominador común, la carne. Dependiendo del país y su ubicación geográfica, será el tipo, el corte y la variedad de acompañantes –reitero-, dependerá de las temperaturas, las estaciones del año, etcétera.

En Argentina, el asado suele ser un clásico, aunque ya casi nadie se pasa el 25 de diciembre al lado del fuego. Recordemos que en Sudamérica es verano y se pueden tener días de más de 35 grados centígrados; por lo que se suelen cocinar las carnes un día antes y luego preparar platos fríos como el famoso Vitel Toné o Vitello Tonnato, dicho en italiano. Que consta de finas lonjas de carne asada, bañadas en una salsa de mayonesa, alcaparras y atún. La excelente presentación de una entrada fría.

Fotografía por Fernando Gazzaniga.

Lo mismo en Perú o Chile, donde se elige una carne que puede ser de pollo o el tradicional pavo relleno. Recuerdo hace años en Lima (Perú), haber macerado por 24 horas antes de navidad un gran pavo. Para que al día siguiente se cocinara en horno lento durante horas y horas… Nada que envidiarle a la cena del Día de Acción de Gracias.

En Venezuela, las tradicionales hallacas, son un clásico de la cena de nochebuena. Esta elaboración a base de harina de maíz -luce como un tamal- va rellena con un rico guiso de carne de res o cerdo. En México el pernil al horno con hierbas no puede faltar, y al igual que el pavo, si se cocina a fuego lento y con muchas especias ¡Mucho mejor!

Y si entramos en el mundo de los postres, la natilla colombiana con pasas de uvas y canela es un plato obligatorio para cerrar la cena. O el chocolate caliente con panteón que se consume sin dudar en Perú, el día 25 en la tarde. O la tradicional ensalada de frutas con helado que los países más al sur y con calores más extremos, optan como versión “más fresca” cuando la ingesta pasó todos los límites.

De todas maneras, más allá de la carne que elijas para tu cena familiar, o de los acompañantes que preparares, o de los regalos que quieras hacer, lo importante siempre en estas fiestas -y este año mucho más-, será hacer de esa cena, la mejor de tus cenas. Y ese “ingrediente” no está en el menú, está en nuestra actitud. En ver a que le damos realmente importancia después de meses tan duros. Recordando siempre que lo poco o mucho que haya sobre esa mesa, sea siempre ¡Digno de celebrarse!

Desde el rincón de mi cocina, donde he pasado estos meses “cocinando” estos artículos, deseo que allí donde estés y con quien sea que te acompañe, haya siempre motivos para levantar una copa y pedir -hoy más que nunca- ¡Salud!

Felices fiestas.

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