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Word Up: La librería con una salud de hierro

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Daniella Gitlin me recibe en su hogar. No, no tenemos tanta confianza, pero las circunstancias obligan: es imposible reunirnos en el lugar que hoy nos ocupa. Y es irónico, porque precisamente vamos a hablar de un sitio de reunión, de reunión de una comunidad artística que construye puentes entre lenguas y culturas en una época en la que se habla de muros: Word Up Librería Comunitaria

Charlamos en primer lugar del nacimiento y puesta en marcha de la idea que, curiosamente, como ella misma remarca, no surge de la cabeza de alguien latino sino de una mujer de origen canadiense: Veronica Liu. Liu y Gitlin trabajaban juntas en 2008 en la editorial Seven Stories Press. En aquel momento, en la cabeza de Veronica ya rondaba la idea de crear un lugar que sirviera como librería y al mismo tiempo espacio de uso comunitario en su barrio: Washington Heights. No fue hasta el verano de 2011 cuando esa idea se transformó en un proyecto que en principio debía durar un mes. La acogida fue tal y surgieron tantos voluntarios, donaciones de libros, micrófonos abiertos por parte de artistas locales y música en vivo que se convirtió en una fuerza imposible de detener. Fiel al proyecto, tal y como Liu lo concibió en un principio a pesar de no hablar español, Word Up era y es un espacio bilingüe. 

Yendo de lo comunitario a lo personal, Gitlin relata cómo en aquel momento el proyecto me ayudó mucho, porque estaba en un programa de escritura y ese trabajo es muy solitario… no tenía ganas de escribir. En ese momento a mí me faltaba algo más colectivo. Algo solidario, no sé, con significado. Ese significado se materializó para Gitlin, el resto de voluntarios y comunidad de Washington Heights en forma de Librería. Es cierto eso que dicen que cuando algo tiene que ocurrir el universo parece conspirar para que se lleve a cabo, porque en los primeros meses de existencia de Word Up en su local original en la calle 176 con Broadway ocurrió algo inaudito en la Cuidad de Nueva York: durante varios meses la librería no tuvo que pagar alquiler. Cualquiera que lleve el tiempo suficiente en Nueva York viviendo o buscando un local sabe que eso es más inusual que una conjunción interplanetaria. Claro que los milagros a veces tienen una duración determinada, y en agosto de 2012 se vieron obligados a cerrar aquel espacio y buscar una nueva localización.

A pesar de no contar en ese momento con un lugar físico, la estructura de la organización y su capital humano ya eran imparables, y realizaban frecuentemente reuniones en las que se tomaban decisiones sobre el futuro y los pasos a tomar, mientras todos sus libros se echaban una siesta en el almacén del mítico y majestuoso United Palace. Precisamente, el apoyo de este teatro histórico de la ciudad, junto con el de amigos, familiares y comunidad fue el que les llevó a recaudar más de 70,000 dólares en una campaña a través de la web de crowdfunding Indiegogo. Finalmente, en el verano de 2013, con todo lo recaudado y toda la fuerza de un grupo humano decidido a continuar y hacer crecer el proyecto, se firmó el contrato de arrendamiento del local actual en la esquina de la calle 165 con Amsterdam Avenue. Lo dicho: imparables.

Con la nueva situación también llegaron nuevos voluntarios. Gitlin cuenta que me encantó la diversidad de la gente que fue parte del mismo proyecto y que no sabías por qué se sumaban. No teníamos sólo gente que amaba los libros, había también quienes vivían en el barrio y no tenían lugares como ese, y querían ser parte de crear un espacio así. Y también donde se hablaba español… no es que no hubiera arte, literatura y cultura en español Uptown: es que faltaban lugares donde la gente se pudiera juntar. La idea de Word Up era crear un espacio donde se pueden intercambiar ideas ya sea en inglés o en español… el libro como herramienta, como un talismán que pueda atraer y juntar a la gente.

Me parece obligado preguntar cómo ha influido en un lugar como Word Up, al que Gitlin se refiere en un momento de la entrevista como santuario, el ambiente social y político que vivimos actualmente desde la llegada al poder de un presidente que no parece tener muy buena opinión de los latinos. Por todos son conocidas sus declaraciones en las que tacha a los mexicanos de criminales y su obsesión por levantar un muro que separe a Los Estados Unidos de todos sus vecinos del sur. En Word Up, sin ser explícitamente políticos ya que son una organización sin fines de lucro, tienen políticas de espacio seguro por las cuales ciertos comportamientos o ataques verbales no están permitidos. También han llevado a cabo iniciativas dignas de mención como la recolección y el reparto de libros para jóvenes que habían sido separados de sus familias en la frontera. Sólo hay que echar un vistazo al newsletter que publica la librería tras las elecciones de 2016 para palpar el ambiente que se vivía en aquel entonces: palabras como sororidad, defender, luchar y eslóganes como las vidas negras importan y estamos aquí para quedarnos dejan muy claro que Word Up se hacía fuerte ante la tormenta que se avecinaba.

Pido a Daniella, ya para terminar, que me nombre algunos de los eventos organizados por Word Up que recuerde con mayor orgullo o satisfacción. Su cara se ilumina al hablar del festival para niños Uptown Kid Lit organizado recientemente en un parque de Inwood, en el que cientos de personas acudieron con sus hijos y disfrutaron las diferentes actividades, donación de libros y lecturas. Otros eventos, estos ya de carácter más estrictamente literario, que Gitlin relata orgullosa son los simposios de la escritora dominicana-americana Rhina Espaillat y el poeta también de origen dominicano Pedro Mir: dos figuras de enorme peso histórico literario. 

El signo de los tiempos obliga. Al igual que Daniella me recibió virtualmente en su hogar, la actividad de Word Up también continúa en la red: en línea se pueden comprar libros, unirse como voluntario o contribuir económicamente al proyecto. Un proyecto que, como cuenta Daniella, hubo momentos en los que no sabíamos si íbamos a sobrevivir, pero ahora nuestra estructura es muy fuerte.

¡Larga vida y buena salud a Word Up Librería Comunitaria!

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