Los musicales de Broadway atraviesan, en este momento, por una tendencia que los asemeja más a un concierto y los desliga un poco del formato tradicional. Tal es el caso de Once Upon a One More Time, Six: The Musical y, desde luego, el gran éxito de & Juliet. Sin embargo, Empire: The Musical mantiene un estilo más ortodoxo, aquel de los musicales clásicos del Great White Way.
Pero además de su propuesta sencilla y mecánica (es decir, sin ningún efecto especial digital o monstruoso artigulio escénico), aderezado con vigorizantes canciones y coreografías, Empire: The Musical apuesta por represenar en escena el histórico momento de la construcción del edificio Empire State de Nueva York. Y ya el público conoce de sobra el impacto positvo de recrear pasajes de la historia en formato de musical: 1776, el musical de Peter Stone; Suffs, de Shaina Taub y el insuperable Hamilton, de Lin-Manuel Miranda.
Empire: The Musical narra la historia de los individuos responsables de la construcción del emblemático rascacielos neoyorquino y realiza un esbozo de las personalidades involucradas en este titánico proyecto: el alcalde de Nueva York, Jimmy Walker; el empresario John J. Raskob; y el exgobernador, Al Smith. Pero la historia propone que la figura que verdaderamente impulsó y consiguió la construcción del imponente edificio fue Frances Belle ‘Wally’ Wolodsky, una mujer de determinación inquebrantable y eficiencia imparable que es la auténtica responsable de que el edificio art deco se construyera en un tiempo récord de 14 meses (410 días) en plena depresión económica de los años 30.
Desde luego, la figura de Wally es ficticia pero está inspirada en dos mujeres de la vida real: Francis Perkins, luchadora de los derechos laborales, quien se desempeñara como Secretaria del Trabajo (de 1933 a 1945) y fuera la primera funcionaria en el gabinete presidencial del periodo de FDR; y Belle Moskowitz, una asesora política y publicista del gobernadora de Nueva York y candidato presidencial, Al Smith. En el musical, Wally está represetada como un deslumbrante ícono del empoderamiento femenino, capaz de vencer y convencer a todo lo que obstaculice su proyecto de construcción, pero que jamás pierde sus dotes humanistas… Una concesión más apropiada para este tiempo que lo que pudo haber sido hace casi un siglo.
Mas en la historia de Empire: The Musical el heroísmo y el crédito de construir lo inimaginable lo comparten mujeres y hombres. Pero en especial, aquellos invencibles trabajadores de la siderurgia: los Mohawks, quienes junto a inmigrantes europeos, pusieron sus vidas en riesgo al desafiar las alturas y nunca desfallecer en su encomienda. Como dato especial, la trama es narrada a través del diálogo entre una abuela de esta tribu indígena, su hija y su nieta, esta última ha decidido dedicarse a la construcción para honrar la memoria de su abuelo… quien, obviamente, fue responsable de erigir el Empire State Building.
Sin otra intención que proporcionar un entretenimiento muy al estilo de la vieja escuela, Empire: The Musical no aporta grandes canciones ni deslumbrantes números musicales, pero su invaluable función es mantener vigente un estilo de musical que por momentos pareciera estar desvaneciéndose en la escena teatral neyorquina… Y eso es, en sí solo, un gran triunfo para el teatro.