El Teatro Cort de Broadway, de 110 años de antigüedad, será rebautizado con el nombre del actor James Earl Jones, de 91 años, según ha anunciado hoy la organización Shubert.
“No cabe duda que James merece que su nombre quede inmortalizado en Broadway”, dijo Robert E. Wankel, director general y presidente del consejo de administración de Shubert. La carrera de Jones en Broadway comenzó en 1957, y en 1958 interpretó su primer papel en el Cort Theatre en “Sunrise at Campobello”.
“Para mí, de pie en este mismo edificio hace sesenta y cuatro años, al comienzo de mi carrera en Broadway, habría sido inconcebible que mi nombre estuviera hoy en el edificio”, se cita a Jones.
James Earl Jones nació en Arkabutla, Mississippi, el 17 de enero de 1931. Es un veterano de Broadway en 21 ocasiones (la más reciente en “The Gin Game” en 2015) tres veces ganador de un Tony (“The Great White Hope”, la obra de 1968 sobre el boxeador Jack Jefferson que catapultó a la fama, “Fences”, y el logro de toda una vida); un intérprete en más de 90 películas, incluyendo la voz de Darth Vader (Star Wars) Y Mufasa (Lion King). Es uno de los pocos “EGOT” (ganador de un Emmy, un Grammy, un Oscar y un Tony). También ha ganado siete premios Drama Desk y ha sido galardonado con la Medalla Nacional de las Artes y el Kennedy Center Honor.
Jones creció en una granja, siendo un niño tímido que tartamudeaba al hablar… y por eso apenas hablaba. (“Cuando eres mudo, te conviertes en un buen oyente: todo es unidireccional. Aprecias la palabra escrita. Aprecias el sonido”). Estudió para ser médico en la universidad, se alistó en el ejército, contempló el sacerdocio. Trabajó como conserje cuando se trasladó por primera vez a Nueva York (“En algunos de los teatros off-Broadway más famosos que se puedan imaginar, lavé los retretes de esos lugares”)….. Ha sido actor durante casi siete décadas.
Al ver una grabación suya como Rey Lear en streaming, me acordé de una de las veces que le vi en el papel en el Teatro Delacorte de Central Park, cuando trabajaba allí como acomodador. Justo cuando gritó “¡Soplad, vientos, y abrid vuestras mejillas! ¡Soplad!”, empezó a llover a cántaros. Uno de los momentos más memorables del teatro en vivo en toda una vida de asistencia al teatro.