Alejandro Jodorowsky, en el festival internacional de ciencia ficción Utopiales (2011, Francia). Fotografía por Lionel Allorge
Alejandro Jodorowsky, en el festival internacional de ciencia ficción Utopiales (2011, Francia). Fotografía por Lionel Allorge

La esencia del teatro en Jodorowsky

Mientras el happening surge en los EEUU en los años 60, en un contexto estrictamente estético, el efímero pánico surgía en México de manos de Jodorowsky, además de lo estético, construye un sentido: “la liberación de las fuerzas superiores, el estado de gracia”, el reencuentro con la autenticidad del Ser
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Alejandro Jodorowsky (Chile, 1929- ) nació en una familia de inmigrantes rusos de origen judío-ucraniano, adquirió la nacionalidad francesa en 1980, con sus 91 años de edad ha sido un creador artístico muy prolífico, polifacético, controversial, polémico y cosmopolita, bien lo define su frase: “Mi patria son mis zapatos”.

Ha sido poeta, marionetista, mimo, novelista, actor, escritor, creador de cómics, ensayista, dramaturgo, escenógrafo, director de teatro y cine de culto, curiosamente tarotista y psicoterapista en correspondencia con su creación y propuesta artística sanadora de gran pertinencia psicoanalítica: la Psicomagia: el poder transformador de una psicoterapia chamánica y la Psicogenealogía. Se le ha apodado “Ojo de Oro”, en alusión a la combinación de su nombre y su agudeza psicológica en su conocimiento y tratamiento de las personas.

Su obra da inicio en los tránsitos críticos del dadaísmo, el vanguardismo, el surrealismo y los antecedentes del performance y del happening en la primera mitad del siglo XX, la época de las guerras mundiales, la crisis de fundamento de la ciencia y de los inicios de la confrontación de los sistemas de convivencia mundiales, sujetos a la expresión crítica del arte.

Fue uno de los fundadores y figura emblemática de la llamada generación de los años cincuenta en Chile, teniendo como fondo los cinco grandes poetas chilenos Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo de Rokha y Nicanor Parra, a quienes señala como inspiradores al comienzo de su obra artística.

Él mismo manifiesta “La historia profunda de mi vida es la de un esfuerzo constante por expandir la imaginación” de tal forma que imaginación-acción lo describen transversalmente a todo lo largo de su vida, así es como en su inicio la poesía en acción o el acto poético hace provocar lo efímero nuevo, el acto irrepetible, espontáneo, inhabitual, un desatino controlado del momento, el cual a través del tiempo, por ensayo y error logra armonizar a fin de que sea constructivo y dignificante, alejándose de la destrucción y la reacción vandálica.

“Por el amor al acto” siguieron las marionetas, la mímica y el teatro, de las marionetas resalta ser testigo del crecimiento de una personalidad que se hace cada vez más independiente y que cambia la sensación de ser creador a ser servidor, hasta el punto de sentirse manipulado por el muñeco, tales sensaciones lo llevó a aspirar ser un actor de teatro, todas estas inquietudes artísticas lo confrontaron con su familia, su padre quería que se graduara en la universidad.

A los veintitrés años de edad (1952-53) decidió romper con su pasado y viajar a París para estudiar pantomima con Étienne Decroux, el profesor de Marcel Marceau, luego se unió a la compañía de teatro de Marceau, con quien realizó giras por todo el mundo. Es posible que en Francia, además de asistir a las clases del epistemólogo Gastón Bachelard, diera inicio a los estudios del esoterismo europeo y específicamente del Tarot, como un conjunto de simbolismos arcaicos que presenta una riqueza imaginativa sobre la vivencia humana, etapas e iniciaciones, a través de su estudio pormenorizado y la práctica pudo usarlo como un test proyectivo que habla sobre el presente del consultante, el aquí y el ahora, nunca como predicción del futuro.

Tras seis años de trabajo como mimo y actor, Jodorowsky dejó la compañía y se radicó en México por 12 años desde 1960, invitado por el poeta, dramaturgo y cronista mexicano Salvador Novo a dirigir obras de teatro, realizó cómics, películas, montó obras de teatro y performances, programas de TV y escribió columnas para varias revistas, protagonizó varios escándalos para la época, sobrepasando su inquietud artística y geniales ocurrencias, desnudos en teatro y propagandas, teatro antirreligioso, destrucción de un piano con un mazo en TV Happening a Go Go, anuncios de entrevista con una vaca. En 1968 presentó en el Festival de Cine de Acapulco su película Fando y Lis, “una oda al teatro del absurdo que Jodorowsky practicaba habitualmente”. La película no fue bien recibida: el director de cine, productor y actor Emilio “el Indio” Fernández sacó su pistola y su colega Roman Polanski trató de calmarlo, tuvo que huir en la maletera de un auto.

Igualmente en México, se interesó en los estudios de las filosofías orientales, el  budismo y la meditación zen con el maestro Eko Takata, la psicología y psicoterapia con Erick Fromm, los temas esotéricos y místicos, religiones y escuelas iniciáticas, yoga, tantra, sufismo, cábala, magia, alquimia, la medicina china, el chamanismo y la sanación chamánica, las sustancias sagradas, los brujos y los curanderos mexicanos; en algún momento estudió a Freud, Jung, Gurdjieff, Rumi, y se relacionó con María Sabina, Oscar Ichazo, Carlos Castaneda, especialmente la curandera Pachita, ante la pregunta sobre sus perspectivas religiosas, Jodorowsky se autodenomina “místico-ateo”, místico porque cree en el “estado de gracia”, la experiencia mística y el regocijo espiritual, ateo porque no cree en el Dios de las religiones ya que cada quién tiene a Dios; al formular un sincretismo de creencias occidentales, orientales, americanas y ocultistas, ha declarado rechazar el dogmatismo, los gurús y adversar la religión porque “está aniquilando el planeta”, pero ama el misticismo y las prácticas ocultistas.

En 1972 se instala en Nueva York para completar su película La Montaña Sagrada, ante amenazas gubernamentales recibidas en México por ciertos rumores escandalosos: “como rodábamos delante de una catedral, se comenzó a decir que había celebrado misas negras allí mismo”, se murmuraba también que ridiculizaba y mal ponía al ejército y a la policía mexicanos, ya estando en Nueva York declina múltiples invitaciones a participar en happening de corte pornográficos señalando que muchas veces por la libertad que se busca, la esclavitud puede encontrarse, al concluir la película se dirige a México para hacer conocer la crítica internacional muy positiva ante las autoridades del país y dar por cancelada esas amenazas, luego de dos años en Nueva York  se devuelve a Francia donde fija su residencia definitiva.

Sus aportes más divulgados son su cine de vanguardia y de culto (10 films en 60 años, entre 1957 y 2018), sus cómics francófonos (más de doscientos en medio siglo), el teatro Pánico, entre 1960 y 1972, y la psicomagia desde mediados de los años ochenta hasta la actualidad. Un inventario de su obra artística señala que como cineasta dirige 10 películas, como actor interviene en 13 películas, 7 de las cuales como director y actor, 4 representándose así mismo; escribe y realiza 16 obras de teatro más una inédita desde 1948 a 2009; 42 obras de narrativas, poesías o ensayos desde 1963 a 2015; 43 series y títulos individuales de Cómics en francés, 106 en español, desde 1966 a 2010; por lo que recibe alrededor de 17 premios de diversas procedencias en reconocimiento a su obra.

En algún momento de su vida artística Jodorowsky orientó su práctica convencional, con el convencimiento de que el arte debía tener un motivo superior y una incidencia práctica de transformación y transcendencia en la vida de las personas, adoptó entonces una visión terapéutica de su propio quehacer artístico, ejerciendo como tarotista y aplicando la psicomagia.

A esto influyó su concepción del teatro objeto de este ensayo, señalando e insertándolo en el movimiento pánico fundado por el dramaturgo y cineasta Fernando Arrabal, el mismo Alejandro Jodorowsky y el pintor y actor francés Roland Topor, en París en 1962, quienes coincidieron en sus maneras de concebir y expresar el arte.

El nombre del movimiento se inspira en el dios Pan, el cual se manifiesta a través de tres elementos básicos: terror, humor y momentaneidad. Otros aseguran que el término definió las relaciones del movimiento con la ciencia, la filosofía, el ajedrez, la confusión y el azar, equivalente a pluralidad-ubicuidad. Hay que tomar en cuenta lo que representaba el dios Pan universalmente para penetrar en su sentido: Híbrido, terror, forastero, cuida de la sencillez primordial y del sustento, antiguerra, vida tranquila y placentera, comodidad, sigilo, agilidad, seducción, astucia, éxito y fracaso en el amor, creador de arte y poder, muerte de las pasiones y los dogmas.

Tal movimiento teatral busca pues, asemejarse a la vida por su autenticidad, espontaneidad, variabilidad, multiplicidad, contradicciones, ambigüedades, analogías, la evolución del pensamiento lógico y su crítica, la invocación o convocación del inconsciente o subconsciente, la emotividad, la sexualidad, la concreción de lo abstracto. la incertidumbre, indeterminación e impredicción del mundo, la recurrencia en el tiempo circular y la impermanencia, la unidad de los opuestos, en fin una intensa búsqueda por comprender, transformar y trascender.

Los primeros movimientos prepánicos se remontan a los efímeros Pánicos, llamados efímeros del taller, precedentes del happening, fueron planteados por Jodorowsky, junto a amigos poetas como Enrique Lihn y Nicanor Parra en Santiago de Chile, en 1948/1949; por otro lado las obras del primer teatro de Fernando Arrabal, cuya cronología se estableció por el Catedrático de Filología Francesa de la Universidad de Murcia y escritor Torres Monreal entre 1953 y 1961, así como de la dirección de Teatro de Vanguardia por Jodorowsky en Ciudad de México en torno a 1958/1959

Fernando Arrabal y Roland Topor se conocen en París en 1960 y Jodorowsky se les une ese mismo año, él había dirigido obras de Arrabal en México y viaja para conocerlo. Ambos frecuentaron a André Breton y los últimos miembros del surrealismo ya en decadencia y con divergencias generacionales, por lo que realizan las primeras reuniones pánicas por su cuenta con Topor, en el Café de la Paix, de París, donde concibieron e iniciaron el movimiento.

Desde su inicio, Jodorowsky manifiesta su aversión al teatro psicológico dedicado a imitar la «realidad», el teatro llamado realista es “una expresión vulgar en la que, pretendiendo mostrar algo de lo real, se recrea la dimensión más aparente y también la más vacua y tosca del mundo tal como es percibido normalmente”. La realidad percibida es una parte, un aspecto de un orden mucho más amplio, mientras que el teatro denominado realista se desentiende de la dimensión inconsciente, onírica y mágica de la realidad:

“Para mí, insisto, la realidad no es racional, por más que así lo queramos creer para tranquilizarnos. En general, los comportamientos humanos están motivados por fuerzas inconscientes, cualesquiera que puedan ser las explicaciones racionales que les atribuyamos luego. El propio mundo no es homogéneo, sino una amalgama de fuerzas misteriosas. No retener de la realidad más que la apariencia inmediata es traicionarla y sucumbir ante la ilusión, aunque se disfrace de «realismo»”

Psicomagia. Barcelona, 2005. p. 46

Incorporando estos elementos la concepción del teatro fue evolucionando rompiendo los esquemas habituales de autor, literatura, texto, libreto, guion, arquitectura, escenografía, iluminación, ensayo, espacio, tiempo, actor, espectador y la imposición de estos elementos en el acto teatral, conformando paulatinamente el teatro pánico hasta el efímero pánico

Según Jodorowsky, antes podían contarse de manera clara y precisa dos escuelas teatrales: en una, la persona-actor tenía que fundirse o desaparecer totalmente en el «personaje», mentirse a sí mismo y a los demás, con tal dominio que llegara a extraviar su «persona» para volverse otro, un personaje con límites concisos, fabricado a golpe de definiciones. En la segunda escuela, se enseñaba a actuar de una manera ecléctica, de modo que el actor, a la vez que persona, era simultáneamente personaje. En ningún momento uno debía olvidar que estaba actuando, y la persona, durante la representación, podía criticar su personaje.

El teatro pánico, concebido por Jodorowsky, fue rompiendo estas concepciones gradualmente, todo puede interpretarse y escenificarse, poner en escena la noticia del día, escenificar cualquier hecho acontecido o suceso ocurrente, montar un drama de ello, moverse al antojo y experimentar una libertad creciente; para luego pasar a asumir cualquier escenario: un autobús, un bar, una maternidad, un matadero, o llevarse a los espectadores del teatro a los sótanos, a los aseos o a la azotea; posteriormente prescindir de los espectadores para quedarse con puros actores, entonces todo el mundo podía interpretar organizando grandes fiestas; más adelante, le pareció que interpretar un personaje era inútil, terminó pensando que el actor, debía intentar interpretar su propio misterio, exteriorizar lo que lleva dentro, liberar las fuerzas interiores y hacerse consciente de ello, llegar a ser lo que se es realmente, es decir llegar a la euforia pánica.

Con el entendimiento de que no se va al teatro para huir de sí mismo, sino para conectarse con el misterio que somos, el teatro dejaría ser distracción para pasar a ser instrumento de autoconocimiento, sustituyendo la «representación» clásica por lo que denominó definitivamente «lo efímero pánico».

 Pero ¿Qué es lo efímero pánico? Le preguntan a Jodorowsky, que con su respuesta directa afirma: «Para llegar a la euforia pánica hay que, en primer lugar, liberarse del edificio teatro», significa romper el esquema impuesto por la arquitectura para actores y espectadores, la delimitación del espacio, aislar la escena de la realidad, la imposición como principal factor antipánico del espacio, seguido del autor, del tiempo, de los movimientos corporales, aunque el gesto humano determine la arquitectura, señala Jodorowsky:

Al eliminar al espectador en la fiesta pánica, se elimina automáticamente la «butaca» y la «interpretación» ante una mirada inmóvil. El lugar donde acontece «lo efímero» es un espacio no delimitado, de tal manera que no se sabe dónde comienza la escena y dónde comienza la realidad. La «compañía pánica» escogerá el lugar que más le plazca: un terreno baldío, un bosque, una plaza pública, un quirófano, una piscina, una casa en ruinas o bien un teatro tradicional, pero empleando todo su volumen: manifestaciones eufóricas en el patio de butacas, en los camerinos o en los baños, desbordándose a lo largo de los pasillos, en el sótano, el tejado, etc. También puede hacerse un «efímero» bajo el mar, en un avión, en un tren rápido, un cementerio, una maternidad, un matadero, un asilo de ancianos, en una gruta prehistórica, en un bar de homosexuales, un convento o durante un velatorio. Puesto que lo «efímero» es una manifestación concreta, no se puede evocar en él problemas de espacio y de tiempo: el espacio tiene sus medidas reales y no puede simbolizar otro espacio: es lo que es en el instante mismo. Algo similar sucede con el tiempo: no se puede figurar la edad en él. El tiempo que pasa corresponde realmente a lo que duran las acciones realizadas en ese momento. En ese tiempo real y ese espacio objetivo se mueve el ex actor.

Psicomagia. Barcelona, 2005. p. 47-8

El ex actor es el hombre pánico, que no actúa una representación y no interpreta un personaje, en lo «efímero», él intenta alcanzar a la persona que en realidad es, encontrarse así mismo, su esencia, “quitarse la máscara”, de alguna forma todos en la cotidianidad de la vida caminamos interpretando un personaje, llevando un disfraz, una máscara impuesta por la educación antipánica, las frustraciones, contradicciones y conflictos apercibidos, semejante el súper ego freudiano. “La misión del teatro es hacer que el hombre deje de interpretar un personaje frente a otros personajes, que acabe eliminándolo para acercarse poco a poco a la persona”.

El pánico intenta pues llegar desde el personaje que se representa a la persona que realmente se es,  que lleva encerrada en su interior, dentro de sí mismo, este que despierta en la euforia pánica no es el otro, “un fantoche hecho de definiciones y de mentiras”, sino un ser propio, auténtico, con menores limitaciones. “La euforia de lo «efímero» conduce a la totalidad, la liberación de las fuerzas superiores, al estado de gracia”

La concreción práctica de estas concepciones pánicas del teatro condujo a Jodorowsky a fundar una compañía pánica en México en los años 60, el primer paso consistió en promover “en los espectadores-actores la práctica de un acto teatral radical que consistía en interpretar su propio drama, en explorar su propio enigma íntimo”, “un teatro sagrado, casi terapéutico”, se logró romper las formas habituales, la relación actor-espectador, el espacio; iba entonces por el tiempo, superar el ensayo de múltiples ocasiones en la preparación del espectáculo, es cuando surge lo efímero, precisamente en la época en que los happenings comenzaban a surgir en los Estados Unidos se inventó en México lo que Jodorowsky denominó lo Efímero Pánico.

Tal acto teatral, consistió entonces en montar un espectáculo que sólo podía verse una sola vez, se introdujo cosas perecederas, humo, frutas, gelatina, animales vivos, actos que no podrían ser repetidos jamás…

“yo quería que el teatro, en lugar de tender hacia lo fijo, hacia la muerte, volviera a su especificidad misma: lo instantáneo, lo fugitivo, el momento único para siempre. En esa medida, el teatro está hecho a imagen de la vida, en la cual, según la cita de Heráclito, uno no se baña jamás en el mismo río. Concebir así el teatro era llevarlo al extremo, ir al paroxismo de esta forma de arte. A través del happening redescubrí el acto teatral y su potencial terapéutico”

Psicomagia. Barcelona, 2005. p. 50

Mientras el happening surge en los años 60, en un contexto estrictamente estético con agudeza creadora en los EEUU, como un movimiento artístico caracterizado por presentarse sin texto, guion o trama, cuyo acontecimiento es vivido e improvisado por los artistas con participación del público en forma efectiva, sin la intención de producir un sentido, narrar una historia o evidenciar una moral; el efímero pánico surgía en México de manos de Jodorowsky, se sustenta en una base filosófica y profunda psicológica, además de lo creador estético construye un sentido: “la liberación de las fuerzas superiores, el estado de gracia”, la sanación del alma, el reencuentro con la autenticidad del Ser.

Los efímeros pánicos se fueron concretando en la acción en múltiples lugares, la escuela de Bellas Artes, un psiquiátrico, un sanatorio, una escuela para personas con síndrome de Down, incluso se montó un gran ballet en un cementerio, un acto bastante fuerte la danza de los vivos entre los muertos; identificando el lugar se recurría a persones comunes con deseos de expresarse, no actores, dispuestas a actuar pública y gratuitamente, se trataban de fiestas como homenajes gratuitos, en ocasiones muy ostentosas pero siempre se consiguieron los recursos, operaba una ley, según Jodorowsky, si las intenciones son puras, sin ningún tipo de  dudas y hago lo que debo hacer, el dinero llegará, de una manera u otra…

“Cuando había dinero en mis arcas, lo invertía en un happening. Le preguntaba a algún conocido mío qué deseaba expresar y yo le proporcionaba los medios para hacerlo. Esta manera de abordar el happening tenía ya, por lo tanto, un valor terapéutico. Era también una manera de continuar en la línea de los actos poéticos de los que hemos hablado”

Psicomagia. Barcelona, 2005. p. 51

Obviamente, expresar configura una catarsis en términos psicoanalistas, siendo sorprendente conseguir muchas de personas dispuestas a expresarse, llevando un acto oculto que cuando se le ofrecen condiciones favorables para manifestarlo no lo duden ni tan solo un momento, una vez comprendido el fin que se persigue no simplemente estético. Jodorowsky describe alrededor de 10 actos de cientos ejecutados por personas concretas, según refiere, actos impactantes a veces traídos de fantasías, deseos reprimidos, pulsiones, violencia, ocultos anhelos personales.

No obstante, cada vez se hacía más claro los riesgos que se corrían incluyendo el exhibicionismo, sin embargo, desde el principio con algunos errores, se cuidó las formas legales, los excesos, el vandalismo, la pornografía y drogadicción, se ejercía algún tipo de control y se descartaba a aquellas personas cuyos actos hubiesen podido ser vistos como atentados contra las buenas costumbres o fueran actos destructivos macabros, está claro que si existen diferencias sutiles entre dejar expresarse los demonios internos con el consiguiente riesgo de que nos devoren y la realización consciente de un acto liberador, por eso la orientación e inducción son importantes desalentando lo que sea negativo o lo que vaya en el sentido de la ignorancia y el error, la muerte y la destrucción, y alentando lo positivo o lo que vaya en el sentido de la vida y su expansión, la libertad y la superación, no obstante…

“el acto en sí mismo implica conectarse con lo oscuro y violento, inconfesable y reprimido que uno lleva dentro. Por positivo que sea, todo acto arrastra consigo cierta «negatividad». Lo importante es que esas energías destructivas, que de todas maneras cuando permanecen estancadas nos carcomen por dentro, puedan ventilarse en una expresión canalizada y transformadora. La alquimia del acto logrado transmuta las tinieblas en luz”

Psicomagia. Barcelona, 2005. p. 55

Revisando su experiencia Jodorowsky admite momentos de locura, excentricidades que en su época han podido evitarse, y situaciones en las que pudo palpar una protección, intuición o sexto sentido que permitió evadir momentos catastróficos, en visión retrospectiva formaron parte de la enseñanza y superación, podría pensarse que habría que pasar por algunos de ellos y salir airosos como pruebas iniciáticas, hay situaciones que “obligan a ir, aunque sea por un instante, más allá de la atracción y de la repulsión, de los condicionamientos culturales, de los criterios de belleza y de fealdad…”

No se gana experiencia en vano, todo lo vivido en México no dejo de ser controversial y polémico, lo experimentado como siempre condujo a errores y aciertos, críticas y alabanzas, insultos y ditirambos, hasta amenazas, en esa época el mundo del teatro en México se vio convulsionado, con tales experiencias se preparó un espectáculo pánico como punto culminante minuciosamente elaborado se trataba de una apoteosis, “poner en juego la vida, la muerte, la locura, la sabiduría, realizar una especie de sacrificio ritual”, un espectáculo que pondría a luchar las fuerzas de la oscuridad con las fuerzas de la luz, un combate entre ángeles y demonios,  bestias y dioses, “un ritual saturado de sabiduría y de locura”, era consciente de estar acercándose a la muerte, “un rito de transición del cual sólo podría salir destruido o transformado”.

Tal punto culminante del teatro pánico lo vivió Jodorowsky en Paris el 24 de mayo de 1965, se trató de un extraordinario happening realizado en el Centro Americano en el marco del Segundo Festival de Expresión Libre de Paris, denominado Melodrama Sacramental, tal evento hizo historia, a él asistieron algunos de los poetas norteamericanos más célebres de la generación Beat, entre ellos Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti, este último impresionado le pidió para el City Lights Journal una descripción del melodrama sacramental, precedida de un breve prólogo explicativo, se publicó en San Francisco en 1966.

En este escrito Jodorowsky describe brevemente su concepción efímera del teatro y narra todos los acontecimientos, participantes, accidentes, símbolos y escenas que dieron lugar, puede asemejarse a la historia de una vida y sus etapas, relaciones e infortunios, pasiones, violencia, religión, sexualidad, nacimiento, muerte, sacrificio, música, ceremonia, imposición, rigidez, escenas muy cruentas y otras sagradas más allá de la apariencia, no es posible agotar el simbolismo en tampoco espacio y capturar todos sus significados a través de una mera descripción por la palabra, se pueden visualizar algunas escenas a través de cortos videos en YouTube de películas de aquellos tiempos. El sentido de lo vivido, lo expresa en estos términos:

“Era como una ordenación, el sacrificio ritual de lo que durante tanto tiempo había conformado mi vida. Este happening (…) cerró toda una etapa de mi vida. Salí agotado de él, exangüe, y pensé mucho en él. Veía siempre merodear a mí alrededor el espectro de la destrucción tenebrosa y sentía, más que nunca, que el teatro tenía que ir en el sentido de la luz. Sin embargo, me decía a mí mismo: «No olvides nunca que la flor de loto surge del cieno». Hay que explorar el fango, tocar la muerte y el barro para subir hacia los cielos límpidos. Desde ese momento, mi preocupación consistió en promover un teatro positivo, iluminador y liberador. Me di cuenta de que tenía que cambiar hacia una forma totalmente distinta y comencé a practicar el teatro-consejo: si alguien -cualquier persona- deseaba hacer teatro, yo le comunicaba la siguiente teoría: el teatro es una fuerza mágica, una experiencia personal e intransmisible. No pertenece a los actores, sino a todo el mundo. Basta con una decisión, un atisbo de resolución para que esa fuerza transforme la vida. Ya es hora de que el ser humano rompa con los reflejos condicionados, los círculos hipnóticos, las autoconcepciones erróneas.

Psicomagia. Barcelona, 2005. p. 69

Parece referirse Jodorowsky a la comedia, el drama o la tragedia humana que vive la humanidad, en lo particular el personaje que por las circunstancias apremiantes de la vida estamos obligados a representar sujetos a contingencias, a la continua repetición de problemas, miedos, inseguridades y carencias, con el cual nos identificamos, no siendo sino una caricatura de nuestra identidad profunda, nuestro verdadero ser en plenitud y libertad.

Es el momento entonces del convencimiento definitivo, la certeza del uso del teatro como elemento transformador y trascendente, purificador y sanador mediante el acto teatral terapéutico, que va a asumir junto con el acto poético, onírico y mágico o chamánico, en su creación original de mayor relevancia la Psicomagia como poder transformador sanador a través de una psicoterapia artística y chamánica, así como el uso del Tarot y la Psicogenealogía en la orientación y estudio de la realidad personal irrepetible de cada sujeto.


REFERENCIAS

Memoria Chilena. Alejandro Jodorowsky (1929- ). Página Web de La Biblioteca Nacional de Chile. Disponible en: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3281.html

Biografía de Alejandro Jodorowsky. Disponible en: https://www.escritores.org/biografias/9782-jodorowsky-alejandro

Biografía de Alejandro Jodorowsky. Disponible en: https://leereslomejor.com/c-biografia/alejandro-jodorowsky/#La_familia_un_tesoro_o_una_trampa

Alejandro Jodorowsky. Psicomagia. Editorial Siruela, Tercera edición. Barcelona, 2005

Beto Cronopio. Un psicomago en México, Semanario Tachas 189. 22/01/17  01:20. Disponible en: http://www.eslocotidiano.com/articulo/tachas-189/psicomago-mexico/20170122012019034615.html

Le Panique (1973) por Fernando Arrabal.

Diccionario de Teatro de Patrice Pavis (1984, 251), Referencia de: Liliana B, López. El Happening y el Instituto Di Tella, En: De Eugene O’Neill a Happening: Teatro norteamericano y argentino. 1ra Ed. Buenos Aires. Galerna, 1996. p. 71

Ferlinghetti, Lawrence (ed.) City Lights Journal 3 (Number Three; 1966) Published by San Francisco: City Lights Books, 1966

2 comentarios en “La esencia del teatro en Jodorowsky”

  1. Bravo !!!
    Mucho gusto de ver el progreso de Hola y trabajos como este.
    Conosi a Alejandro Jodorowsky en México cuando puso ” Asi hablaba Zarathustra ” y “El juego que todos jugamos ” lo que constituyó todo un acontecimiento en mundo del espectáculo, pero sus películas dan mucho que desear.
    Saludos para él de mi parte.

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